Keblinger

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De números y desechos de Moria

| lunes, 26 de agosto de 2019
Más de mes y medio en Lesbos y nada ha cambiado. Bueno no, nada ha mejorado, porque la situación se está volviendo cada vez más insostenible.

Otro niño muerto.

Más de 1200 personas saltaron la semana pasada a algún barco y consiguieron llegar a Grecia, de las cuales más de 800 llegaron a Lesbos y están ahora hacinadas en ese campo de concentración de "puertas abiertas" que es Moria. Más de 9000 personas en un espacio en el que oficialmente no deberían haber más de 2500 o 3000 personas. Y todo ello con los guardacostas turcos habiendo interceptado y devuelto en lo que va de mes más de 100 barcos con más de 4000 personas. Una verdadera locura. Pero no nos engañemos, una locura que no va a parar porque a quien se monta en un barco sin saber nadar, por un motivo u otro, hay pocas cosas que puedan frenarle. Como tampoco te frenaría probablemente a tí, ni a mí.

Familias durmiendo a la intemperie porque hace tiempo que dejaron de quedar tiendas o isoboxes disponibles.  Mujeres que lloran desesperadas porque tienen que pernoctar codo con codo (que no dormir) junto a hombres desconocidos, a veces borrachos, justo después de haber pasado por un viaje interminable, horrible y frecuentemente lleno de historias de violencia sexual. Baños y duchas insuficientes, insalubres y lejanas, colas interminables (y peleas) para conseguir comida... Personas con enfermedades crónicas graves para las que no hay ni tratamiento ni medios como una simple silla de ruedas para poder ir a orinar.

Y a las afueras de este vertedero de desechos humanos estamos nosotras, que frecuentemente no podemos ofrecer mucho más que nuestra humanidad. Ahí seguimos cada día, intentando escuchar y ofrecer un apoyo psicológico que es inexistente en esta isla, donde sólo las personas cuya salud mental las ponga en un riesgo vital inminente tienen alguna posibilidad de recibir atención psicológica. Diagnosticado problemas graves a los que no podemos ofrecer, ya no ya derivación a otro lugar europeo donde puedan ser tratados, sino ni siquiera una cita en el hospital o una prueba diagnostica adecuada. Y así seguiremos mientras continue este absoluto bloqueo y parálisis que está viviendo Lesbos, donde la lista de espera para ser trasladado a Atenas (principalmente por problemas de salud) ronda las 1000 personas y semanalmente no se traslada a muchas más de 100.

Y cómo no, ayer volvió a suceder otra desgracia. Anoche murió un chico apuñalado en un pelea con otros chicos. Un menor no acompañado, un niño sin familia. Uno muerto y otros cuantos heridos. Pero eso es lo único que puede ocurrir cuando se mete a casi 600 niños no acompañados en un "módulo seguro" en el que no debería haber más de 160. Conflictos y peleas por los recursos. Niños que crecen en la violencia y, como es esperable, la sufren y no dudan en usarla para proteger lo que creen que es suyo. Cientos de niños que van a crecer rotos y se van a convertir en adultos dañados si nadie hace algo por ellos. 



Estoy segura de que ni yo ni ninguna de las personas que estáis leyendo esto tenemos la solución a este enorme problema. Pero de lo que sí estoy segura es de que encarcelar a seres humanos en una prisión sin techo, despojándoles de toda humanidad, dignidad y derechos no puede ser nunca la solución. Ni jamás podrá traer nada bueno a este mundo. 

¿Cuánto dolor más hace falta para que Europa y el resto de naciones ricas decidan hacer algo al respecto? ¿Cuántos barcos tienen que hundirse en el mediterráneo? ¿Cuántos capitanes de barco acusados o arrestados?¿Cuánto tiempo vamos a seguir pensando que tenemos más derechos que estas personas por haber nacido en otro lugar?

El vertedero sigue creciendo en esta preciosa y paradisiaca isla. Y mientras no queden lugares vacíos donde arrojar desperdicios humanos (como bien decía Bauman), no nos queda otra que seguir poniendo tiritas de humanidad a toda esta basura.





2 comentarios:

{ Rocser } at: 26 de agosto de 2019, 4:32:00 GMT+7 dijo...

Lo lees y se te encoje el �� y sólo estás leyendo a miles de kms de distancia. Te invade la impotencia, la rabia y no entiendes el sinsentido humanitario que existe, así que quienes estáis allí ni imaginar vuestros sentimientos. Sólo te consuela saber que aún hay personas comprometidas que luchan y ayudan más allá de lo imaginable. Y desde la distancia, sentir la obligación de deciros a todos que es un orgullo que seáis como sois y daros las gracias por la labor que lleváis a cabo. Sois grandes, muy grandes.

{ Carolina Rivas Barrera } at: 28 de agosto de 2019, 21:52:00 GMT+7 dijo...

Se gestiona toda la frustación como se puede...
Muchas gracias!!

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