Al calor más sofocante de la noche le sigue la nube de polvo que lo invade todo, llevándose toda la visibilidad y prediciendo una inminente tormenta. Y así es, el cielo explota de golpe y parece que se rompen las compuertas que lo contienen, dejando caer un manto de agua y truenos. Toda la ciudad, al otro lado del río, se hunde en la oscuridad, sin electricidad, pero nuestros aparatos de aire, frigorífico y luces siguen funcionando gracias al grupo electrógeno que nos da la luz. Esta noche llegan más cooperantes en el vuelo de Paris, así que tendremos luz una hora más, hasta las 22h.
Yo, desde mi cama, con colchón y mosquitera, recién duchada y cubierta de repelente de mosquitos de 10 euros los 50 ml (más mi pastillita semanal contra la malaria), con el aire acondicionado aún encendido, con mi maleta repleta de medicamentos “por si acaso”, el estómago digiriendo el plato de pasta de la cena y bebiendo de mi botellita de agua filtrada semicongelada, me asombro de la gran tormenta que esta cayendo sobre mi techo de Uralita. A mí que me gustaba dormir con el sonido de la lluvia… pero quizás no tan alto el sonido…
Me asusta la lluvia y el viento huracanado que no cesan (¡y si cesa la lluvia mal asunto para los campos!) mientras escribo en mi portátil con su batería cargada (si antes digo que tengo el aire puesto, antes se va la luz…) y me preparo para ver una serie de las que traje descargadas. Pero mientras sigo oyendo el agua caer no puedo dejar de pensar en mis vecinos, todos mis vecinos de la "ciudad" y del campo, que estarán bajo los techos de sus enanas casas de adobe que ahora se “derriten” con la tormenta; sin luz, sin agua, y probablemente con el estómago no muy lleno.
Mi mente vuela corriendo a otro lugar, a España, a Sevilla, donde mi madre seguro se estará preguntando cómo estoy, ya que apenas me conecto a Internet para mandarle un simple email de “Sigo viva. Estoy muy bien. Te quiero”. Pobrecita su niña, que está muy lejos en África, sin tener de nada y pasando penurias… Ingenua, ella, e ingenua yo que pensaba que estaba haciendo un sacrificio al venir. Y bueno, “he sacrificado” durante un par de meses los millones de cosas que tengo y realmente no necesito por otro montón de cosas básicas que sigo teniendo pero que esta gran mayoría de gente no tiene. Y ya no están “allá lejos en África”, ahora viven a 500 metros de mí.
Y claro que todo no son flores para mí: tengo que hacer una visita al baño cada dos por tres y además ahora podría sonar el móvil y tendría que ir a oscuras al hospital, por el campo lleno de charcos (por supuesto con mis botines de 80 euros, regalo de mis compañeros) y debajo del chaparrón. Pero también sería probable que mi divertida caminata fuera para hacer una cesárea al niño muerto de alguna mujer que tras tres días de parto frustrado ha venido caminando también bajo la lluvia (pero ella con chanclas de goma). Así que no, nunca estaré a su altura, siempre seré la persona que fue bendecida con la SUERTE de nacer en otro lugar. Pasarán estos meses y yo volveré a mi vida, pero ellos, todos estos millones de personas, volverán a construir su casita de adobe y volverán a intentar un nuevo embarazo, a ver si en el próximo hay más suerte.
En fin,hoy me apetecia compartir mis pensamientos con vosotros. Estoy bien y tengo muchas facilidades, así que incluso aquí (mucho más aquí!) sigo siendo una de las pocas personas privilegiadas de este mundo. Y ahora también soy una privilegiada por poder contaros lo que mis ojos me enseñan estos dias.
¡¡Buenas noches!!
PD:mi cámara se ha perdido, y con ella mis fotos de la tormenta de polvo.
Yo, desde mi cama, con colchón y mosquitera, recién duchada y cubierta de repelente de mosquitos de 10 euros los 50 ml (más mi pastillita semanal contra la malaria), con el aire acondicionado aún encendido, con mi maleta repleta de medicamentos “por si acaso”, el estómago digiriendo el plato de pasta de la cena y bebiendo de mi botellita de agua filtrada semicongelada, me asombro de la gran tormenta que esta cayendo sobre mi techo de Uralita. A mí que me gustaba dormir con el sonido de la lluvia… pero quizás no tan alto el sonido…
Me asusta la lluvia y el viento huracanado que no cesan (¡y si cesa la lluvia mal asunto para los campos!) mientras escribo en mi portátil con su batería cargada (si antes digo que tengo el aire puesto, antes se va la luz…) y me preparo para ver una serie de las que traje descargadas. Pero mientras sigo oyendo el agua caer no puedo dejar de pensar en mis vecinos, todos mis vecinos de la "ciudad" y del campo, que estarán bajo los techos de sus enanas casas de adobe que ahora se “derriten” con la tormenta; sin luz, sin agua, y probablemente con el estómago no muy lleno.
Mi mente vuela corriendo a otro lugar, a España, a Sevilla, donde mi madre seguro se estará preguntando cómo estoy, ya que apenas me conecto a Internet para mandarle un simple email de “Sigo viva. Estoy muy bien. Te quiero”. Pobrecita su niña, que está muy lejos en África, sin tener de nada y pasando penurias… Ingenua, ella, e ingenua yo que pensaba que estaba haciendo un sacrificio al venir. Y bueno, “he sacrificado” durante un par de meses los millones de cosas que tengo y realmente no necesito por otro montón de cosas básicas que sigo teniendo pero que esta gran mayoría de gente no tiene. Y ya no están “allá lejos en África”, ahora viven a 500 metros de mí.
Y claro que todo no son flores para mí: tengo que hacer una visita al baño cada dos por tres y además ahora podría sonar el móvil y tendría que ir a oscuras al hospital, por el campo lleno de charcos (por supuesto con mis botines de 80 euros, regalo de mis compañeros) y debajo del chaparrón. Pero también sería probable que mi divertida caminata fuera para hacer una cesárea al niño muerto de alguna mujer que tras tres días de parto frustrado ha venido caminando también bajo la lluvia (pero ella con chanclas de goma). Así que no, nunca estaré a su altura, siempre seré la persona que fue bendecida con la SUERTE de nacer en otro lugar. Pasarán estos meses y yo volveré a mi vida, pero ellos, todos estos millones de personas, volverán a construir su casita de adobe y volverán a intentar un nuevo embarazo, a ver si en el próximo hay más suerte.
En fin,hoy me apetecia compartir mis pensamientos con vosotros. Estoy bien y tengo muchas facilidades, así que incluso aquí (mucho más aquí!) sigo siendo una de las pocas personas privilegiadas de este mundo. Y ahora también soy una privilegiada por poder contaros lo que mis ojos me enseñan estos dias.
¡¡Buenas noches!!
PD:mi cámara se ha perdido, y con ella mis fotos de la tormenta de polvo.