Casi todas hemos huido alguna vez de algo, de alguien, de alguna
situación. La huida es visceral. Pero la mayoría de nosotras no podemos ni imaginar de lo que
tienen que huir algunas personas y lo que tienen que atravesar y vivir
durante su huida, para al fin llegar a otro infierno, de otro tipo, pero
sin duda infierno. Han venido a quitarnos el trabajo, que apenas nos da para
nosotros los que no tenemos culpa de haber nacido aquí, y que por
supuesto no tenemos nada que ver con los conflictos que se viven en sus
países de origen (léase con ironía).
De vuelta en Lesbos.
Mi segunda vez en esta isla en lo que va de año y mi tercera en este país en lo que va de
crisis migratoria en el mediterraneo/Egeo, aunque esta vez me han tocado
nuevos desafíos.
A mí, que tanto me gusta hacer ecografías, esta vez me ha tocado coordinar el trabajo en la clínica de Moria. Los manuales te enseñan como medir el
tamaño de un futuro niño para ver si está creciendo bien, pero nadie de
enseña cómo escuchar y rellenar un informe de vulnerabilidad de una
mujer que te cuenta, tras varios días intentando ganar cierta confianza y
mientras te aprieta la mano con muuucha fuerza, que en Congo ella y sus
hermanas fueron violadas por 5 hombres, los cuales torturaron,
mutilaron y mataron a algunos miembros de su familia, entre ellos a su
padre. Y cómo después se despertó en un hospital tras una
intervención quirúrgica que aún desconoce y que nosotras no tenemos
forma de averiguar ni explicarle porque eso tampoco está en nuestros
manuales. Cómo consiguió huir a Sudan y a Egipto donde la convirtieron
en esclava durante casi un año y cómo una vez más logró huir para ir a
Turquía donde por supuesto la volvieron a maltratar. Ahora acaba de
llegar a Lesbos, no quiero ni preguntar cómo. Me cuenta que está sola y que nada de lo que hagamos le podrá devolver a su familia; y
me pregunta si está segura en el campo, si la podemos proteger. Nadie te
enseña con que ojos tienes que mirar a esa mujer y contestarle que está
mas segura que en Congo pero que no le puedes asegurar eso con certeza, que lo
único que le puedes recomendar es que no se mueva sola de noche y que
encuentre otras mujeres con las que protegerse mutuamente.
![]() |
Turquía - Tan lejos, tan cerca |
Derivaciones
hospitalarias bloqueadas, reuniones frustrantes donde sabes que no eres
bienvenida desde el primer minuto y donde te obligan a comunicarte en
un idioma que apenas controlas. Tumores cuyo tratamiento se pospone
demasiado o indefinidamente, analíticas a cuentagotas, volver a rogar,
más informes paralizados, embarazadas a punto de parir o familias con
recién nacidos que no son trasladadas a un lugar más adecuado. Parece
que Lesbos no puede con tanto, se respira en la calle. Pero no importa. Mientras estas personas creen que están en Europa en realidad están en
una nueva versión de Alcatraz, donde algunos llevan uno, dos, tres años,
comiendo lo mismo, moviéndose en círculos, sin nada que hacer. Y ahora
un nuevo gobierno lleno de promesas antimigratorias y conservadoras, con
rumores de cierre de campos y encierro de refugiados que no me apetecen
nada escuchar, pero que hay saber para contar.
Depués de una intensa jornada por fin volvemos a "casa" (pocos sitios han sido tan "casa"). Salimos a nadar o hacer ejercicio, comemos rico tzatziki, escuchamos música y me río con mis chicas conquenses que igual ponen DIUs, doman al ecógrafo, ponen tratamientos curiosos ;), abrazan a mujeres lloronas o hacen reir a los niños. Mañana ya hay algún que otro informe aplazado que rellenar con más historias de huídas. Mañana, porque nuestros oídos también tienen un cupo diario.
Uno de mis años más duros. Me río para dentro, por no llorar, claro. Duro. Qué sabré yo qué es eso.